Budín de arroz con atún


El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Esta es otra de las recetas que se ha ido pasando de generación en generación. Seguramente alguien se la copió a alguna vecina o la vio en algún programa de televisión o en algún viejo libro de esos que nuestras madres usaban casi a diario.

El punto es que el budín de arroz con atún es lo más simple que se pueda cocinar. Pero el sabor es especial. Entra por los ojos y no quita tiempo.

Cuando no tenés idea de qué preparar y ves la latita de atún al natural en la alacena, te aseguro que no lo dudás. Podés acompañarlo con cualquier ensalada verde o tomate.

Ingredientes:

-Arroz: 1 taza y media (en crudo).

-Atún: 1 lata al natural.

-Mayonesa: 2 ó 3 cucharadas.

-Caldo de verdura: 1 cubito.

-Aceite de oliva: 1 cucharada.

-Aceitunas: 5.

-Lechuga cortada en juliana para decorar.

Preparación:

1-Hervir el arroz en agua con el caldo de verduras.

2-Mezclar el atún con la mayonesa, pisando con un tenedor.

3-Ir agregando el arroz tibio a la pasta anterior y revolver bien.

4-Untar una budinera o molde savarín con el aceite para que después desmoldar el budín no se haga difícil.

5-Poner una capa de la mezcla y aplastar con la cuchara. Agregar un poco más y volver a aplastar, hasta que todo quede bien compacto.

6-Llevar a la heladera durante una hora o más.

7-Cuando esté frío desmoldar y adornar con las aceitunas y la lechuga. También se le pueden poner rodajas de huevo duro o tiras de pimientos morrones.

8-Se sirve frío.

DATO IMPORTANTE: Esta preparación no lleva sal. El arroz la toma del caldo de verduras y el atún de por sí es bien salado. No lo olvides o puede arruinarte el plato.

Para quedar bien: pescado a la sal


Róbalo a la sal, cocina de mar

Recordé hace poco esta receta. La había subido a mi blog familiar cuando vivíamos con Gaby en Puerto Madryn. Es una preparación bastante curiosa, pero sirve para quedar bien aun con los paladares más exigentes.

Claro, utilicé pesca fresca y del día en pleno invierno. Recuerdo que llegué a casa con el róbalo aún vivo. Lo había pescado en una playa al norte de Madryn, en la zona de El Doradillo, a las nueve de la mañana aproximadamente. En Mendoza no hay róbalo, pero cualquier pez óseo y grande (salmón, truchas, y atún) se puede preparar de esta manera.

La receta me la pasó el dueño de la casa de pesca Nyfer, un día en que fui a buscar carnada para róbalo, un pez óseo y depredador que en las playas del Golfo Nuevo se da muy bien en pleno invierno. Había ido a pescar pejerrey, pero ni bien tiré la caña al agua tuve la suerte de «meter» un róbalo.

Preparación:

Se limpia el pescado por dentro pero se deja la cabeza en su lugar. Se lo envuelve en una pasta de sal, armada con sal gruesa, entrefina, fina, y apenas un poco de agua. Una vez envuelto en sal va al horno sobre papel de aluminio unas tres horas, dependiendo del tamaño del pescado. Cuando la sal toma el color marrón, ya está… Y hay que tener el vino listo.

La capa de sal se parte con el mango de un cuchillo o un martillo y sale entera, el pescado queda sabroso y va muy bien con verduras hervidas, o salteadas. Por ejemplo, un salteadito de zanahoria, cebolla, zucchini, puerro y pimientos va perfecto. Y además, un par de papas al natural…

La anécdota

Este pez fue el último que pesqué antes del nacimiento de Franco, en pleno julio de 2006. Hacía mucho frío. Me acuerdo que tiré al agua la caña de pejerrey y me puse a armar la de róbalo, de espaldas al mar, cuando sentí el pique. Los peces no saben de equipos, así es que le dio lo mismo la caña de pejerrey con una carnada ínfima, que el suculento plato que le estaba preparando afuera. Saqué el pez de inmediato, levanté campamento después de haber viajado unos cuantos kilómetros, y me fui a casa a cocinarlo. A la noche, le hicimos el honor correspondiente.

Nota: El pescado toma de la capa que lo recubre sólo la sal que necesita. El sabor es suave y equilibrado y no se seca.